Gótico temprano
Al gótico temprano no hay que
confundirlo con los numerosos templos franceses y del resto de Europa de la
primera mitad del siglo XII cuya planta y alzado es plenamente tardorrománico
pero que adopta bóvedas de crucería como solución final. Estas iglesias -que en
España son muy numerosas sobre todo en la segunda mitad del siglo- suelen
presentar, como soportes, pilares cuadrados o cruciformes con cuatro
semicolumnas adosadas para recibir los arcos perpiaños y formeros. Al decidir
posteriormente su cubrición con bóveda de ojivas hubo que improvisar ménsulas a
cada lado de la columna superior para soportar los arcos cruceros. En algunos
casos se prescindió de las ménsulas y los nervios cruceros apearon directamente
en el muro siendo embebidos en éste. En ocasiones a este estilo tardío románico
con bóvedas de ojivas se le ha denominado "románico ojival" y está
más relacionado con las construcciones cistercienses que con un verdadero
espíritu gótico.
Gótico clásico
Ya dentro del período clásico del
gótico, la catedral de Chartres -comenzada en 1194- vuelve al alzado de tres
pisos (arquería, triforio y claristorio, habiendo sido eliminada la tribuna,
invento románico para reforzar las bóvedas de la nave central), siendo el
superior o claristorio de enormes ventanales bíforos apuntados con rosetones,
tréboles cuadrifolios, etc. Los sabios arbotantes de Chartres permiten eliminar
el abombamiento de las bóvedas con lo que las claves de todos los arcos están
al mismo nivel.
Este periodo del gótico clásico
culminó en la catedral de Reims (comenzada en 1210) y que sigue el esquema
general de Chartres. Con sus equilibradas proporciones, Reims representa el
momento clásico de serenidad y reposo en la evolución de las catedrales
góticas.
La catedral de cinco naves de
Bourges (comenzada en 1195) reduce la altura del claristorio en favor de la
longitud de la arquería inferior y el triforio que alcanzan gran altura, pero
sacrifica la luminosidad.
Gótico radiante
En esta fase del gótico frances,
la luz adquiere el total protagonismo ya que se desmaterializa el muro en
detrimento de la altura para colocar vidrieras profusamente, en concreto,
mediante rosetones (de aquí el nombre) o grandes vanos con tracerías caladas.
La Sainte-Chapelle de París es el mejor ejemplo de esta arquitectura.
Gótico flamígero
La última fase de la arquitectura
gótica francesa recibió el nombre de gótico flamígero o flamboyant, por el uso
del arco conopial y las tracerías en forma de llama.
Las tres características más
acusadas son el barroquismo de la decoración exterior de las fachadas (puertas
y ventanales), la eliminación de obstáculos visuales que perjudicasen el
aspecto ascensional y la complejidad decorativa (ya poco tectónica) de las
bóvedas de crucería que incorporan infinidad de nervios trazando complejísimas
figuras geométricas mediante terceletes, arcos combados, etc.
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